domingo, 11 de enero de 2015

La oración no es sólo para ti.


Muchas personas conciben la oración como una relación personal de cada uno con Dios. No se equivocan si se fijan exclusivamente en la dimensión personal que tiene la oración.

Sin embargo el ser humano no es un ser exclusivamente individual sino social y, como sabemos, forma parte de una familia. El cristiano también y por eso cuando reza, cuando esta en su habitación o en la capilla donde habitualmente se dispone a hacer la oración no lo hace sólo. El cristiano forma parte de una familia que tiene hermanos ya en el Cielo, otros se están purificando en el purgatorio y otros muchos peregrinan en la tierra.

Es decir, la oración tiene además de una dimensión personal una dimensión eclesial y, por consiguiente, si nuestros pecados afectan negativamente al Cuerpo Místico que es la Iglesia. Nuestra oración bien hecha contribuye, y no sabemos en que medida, a que la Iglesia siga creciendo en frutos de santidad.

Por consiguiente, cuando te venga la tentación de no hacer la oración o de hacerla de mala gana acuérdate de la Iglesia, de tus hermanos y hermanas que sufren por la Fe, del Papa y los Obispos y, como no, por esos parientes tuyos que purifican pequeños pecados en el Purgatorio.

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